México- Esta noche, en el Palacio de Bellas Artes. se llevó a cabo el homenaje póstumo al gran escultor mexicano Federico Silva, artista clave en el desarrollo del arte del Siglo XX en México, por parte de la Secretaría de Cultura, el INBAL y el Gobierno de Tlaxcala.
Durante el acto, que ya estaba programado con anterioridad pero que se convirtió en homenaje póstumo al fallecer hoy Federico Silva, se recordó su prolífica trayectoria, previo a la apertura de la muestra ‘Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la rebeldía’, que podrá ser visitada en el Museo del palacio de Bellas Artes hasta marzo del 2023 y posteriormente viajará al Museo de Arte de Tlaxcala.
Federico Silva, artista pleno galardonado en 1995 con el Premio Nacional de Artes y en 2016 con la Medalla Bellas Artes deja en ocho décadas de incansable trayectoria, un legado invaluable al arte contemporáneo de México.
Le sobreviven su su esposa María Esther González y a su hijo Federico Silva Lombardo, quienes encabezaron el homenaje, acompañados de la titular de la Secretaría de Cultura federal, Alejandra Frausto, y la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Lucina Jiménez.
El también académico Federico Silva nació el 16 de septiembre de 1923y es reconocido por su amplia trayectoria y su aportación a la cultura de México, entre la que se encuentran los murales Nueva democracia (Palacio de Bellas Artes) y Técnica al servicio del país, obra que se localiza en el Instituto Politécnico Nacional, y en el proyecto de las pinturas rupestres de Huites.
Originario de la Ciudad de México, realizó estudios en medicina, veterinaria, derecho y antropología; aprendió las técnicas de encáustica, frescos y temple; su obra está trabajada en madera, aluminio, acero, cemento, fierro y piedra. Colaboró con Siqueiros y construyó su propia trayectoria en una búsqueda constante de nuevos materiales, técnicas y propuestas estéticas.
Reconocido por su obra en Europa y Oriente, realizó esculturas en España, Estados Unidos, Francia, Suecia, Jamaica y Japón; además de recibir varios reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1995 y la Medalla Bellas Artes en 2016, fue nombrado Creador Emérito del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en 1993.
Desde 1945 ha realizado gran número de exposiciones, tanto individuales como colectivas en México y el extranjero. Entre sus obras más reconocidas se encuentran Aluxe de la muerte, en la Plaza de las Tres Culturas; Canto a un dios mineral, en el Palacio de Minería; el mural Principio, en la cueva de Huites, en Sinaloa, y diversos monumentos en Aguascalientes, Puebla y Tlaxcala, principalmente.
A partir de 1985 estableció su taller en Amaxac de Guerrero, Tlaxcala, donde transformó la exfábrica de hilo La Estrella en una factoría de obras de arte, utilizando los más variados materiales de la región proporcionando una renovada presencia de la escultura en el arte mexicano.
Hace 19 años inauguró su primera exposición de gráfica digital en el Centro Nacional de las Artes y hace 18 años se le rindió un homenaje permanente al abrir en San Luis Potosí el primer museo de escultura contemporánea en México, el cual lleva su nombre.
Como investigador, ha formado parte de la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y como autor tiene entre otros libros: Federico Silva (1997), La escultura y otros menesteres (1985), El viaje del nahual de Tonacacíhuatl (1989), México por Tacuba, Relatos autobiográficos (2000), Cuadernos de Amaxac (2006), Papel, tijeras y escultura (2009) y Dos x Tres: Crónica (2010).