Carlos Urquidi G / especial
Una familia corre a través del campo, su caras denotan terror.
Un joven abraza a su abuelo, a su alrededor, la barbarie.
Otro padre cubre con su cuerpo a su hija para evitar los golpes.
Tres integrantes de una familia se funden en un abrazo, cierran los ojos.
Uno yace inconsciente mientras llegan para desnudarlo y patearlo.
El descamisado, en medio campo levanta sus manos en señal de victoria, una bomba humea en sus manos.
Cuatro policías arrastran el cuerpo de un joven inconsciente y desnudo sin la más mínima consideración.
No son escenas de una película apocalíptica, no es ciencia ficción, no es una sociedad distópica, son imágenes reales del pasado sábado en el estadio de fútbol de Querétaro en donde se realizaba un partido del llamado: el juego del hombre.
Ante los hechos captados en fotografías y videos que recorrieron el mundo , primero habría que decir que la condena no es suficiente, se deben ejercer acciones para que no se vuelva a repetir un hecho tan vergonzoso, tan deplorable, tan repugnante.
Tal situación tampoco admite un discurso demagogo. La violencia no debe ser tolerada bajo ningunas de sus formas.
El deporte como tal ha perdido su esencia primaria: quienes lo practican son ya juguetes de la mercadotecnia, de la creación de ídolos de masas y de los intereses mercantiles de sus dueños y el esparcimiento, que representa para quienes los siguen, se convirtió en una especia de circo romano actual.
Se ha cambiado el fraternal saludo de manos entre vencidos y vencedores por el ataque frontal, por la violencia sin ton ni son.
El juego del hombre, las millonarias ganancias
Esto debe parar ya. ¿Dónde quedó aquello de que el deporte nos une?
Tristemente y coincidentemente, la actual liga de México se disputa bajo el lema de “Grita por la paz”.
En la primera de las dos aristas, ganancia y deporte, la Liga Mexicana es una máquina de hacer dinero: es la más redituable de todo el continente, está valuada en 2,155 millones de dólares y aporta 0.6 % al Producto Interno Bruto (PIB) del país, en 2019 generó mas de cinco mil millones de dólares.
Hay que agregar las ganancias de los clubes tras la venta de transmisión a las televisoras, como es el caso del club Monterrey que está valuado en 19,043, 753 dólares solo por su contrato con Fox Sports.
Un ejemplo claro y conciso de que los patrocinadores están por encima de los jugadores es que a uno de ellos, de apellido Corona, se le tuvo que inventar el apodo de ‘Tecatito’ pues la Liga MX tiene una jugosa alianza con la marca de cerveza.
Más allá de las fronteras, el negocio del deporte como espectáculo es aún más grande: en Estados Unidos, la NFL es la liga mejor pagada del mundo con ingresos de hasta 16 mil millones de dólares, solo en 2019; en segundo queda la MLB (las grandes ligas de béisbol) con cerca de 11 mil millones de dólares y en el tercer puesto queda la NBA con casi 9 mil millones de dólares.
En la lista del top 10, siguen las europeas, así, la Premier League o The Premiership ocupa el cuarto lugar con casi 6 mil millones de dólares en su temporada 2018-19.
La Champions League tuvo ingresos de casi 4 mil millones de dólares.
La población de México es de 130.12 millones de los cuales, 98 millones se dicen aficionados al fútbol y 68 millones han asistido a ver un partido de futbol, por lo menos, lo que la ubica en sexto lugar mundial de asistencia por partido y en el primer lugar en América latina.
Antecedentes en el Continente
Con las cifras anteriores, el fútlbol como entretenimiento es una bomba de tiempo de no tomarse e imponerse a la de ya medidas correctivas y preventivas, los protocolos de seguridad deben ponerse por encima de cualquier otro interés, ya sea público o privado.
Lo sucedido el sábado 5 de marzo de 2022 es una voz de alerta fuerte, pero no la primera, ni con esos dos clubes: en ese mismo recinto, La Corregidora, en 2015, el partido se suspendió por agresiones a los fanáticos del San Luis; en 2014. en el estadio Jalisco, los seguidores del Atlas atacaron a los de Monterrey.
Ya esta absurda superioridad de los fans de los Gallos Blancos de Querétaro y los Zorros Rojinegros de Atlas rebasó todo límite, manejándose bajo la normalización de la violencia.
La ausencia de protocolos de seguridad es aterradora con tan solo un dato, se dispuso de 600 elementos para la vigilancia de 14, 500 asistentes, aunque el gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, alegue que, “la seguridad del estadio es responsabilidad principalmente privada”, es totalmente inaceptable.
Un datito espeluznante más a manera de pregunta: ¿Quién dio la orden de abrir los accesos restringidos?..
Las regulaciones sobre la seguridad están perfectamente explicadas en el Manual de Estadio Seguro.
La tardía actuación de la policía municipal y estatal, aunada a la mala práctica de la seguridad privada, cayeron en el delito por omisión.
Las barras: el empoderamiento oficial del fanatismo
La violencia en los estadios durante los encuentros futboleros se recrudeció con la invención de las barras o porras, esos grupos de ‘fanáticos vip’ que pasaron de dar apoyo incondicional a su equipo a convertirse en agresores sistemáticos.
La primera barra futbolera surgió en México en 1967 con el Atlante pero tomaron auge en la década de los 90’s. En 1996 exactamente, de la mano del empresario y entrenador argentino, uno de los cuatro propietarios del Grupo Pachuca, Andrés Fassi, a quien se le hizo fácil y aceptable promover la práctica de empoderamiento desmedido de fanáticos belicosos, cuyo ascenso fue tratado de detener por el empresario Jorge Vergara en 2014 al eliminarles el acceso a su estadio, “las barras no tienen acceso, ni las nuestras ni las del América ni las de ningún equipo. Están eliminadas del Estadio Omnilife, no pueden ingresar. Ya no hay lugar dónde agruparse porque está todo con butacas”, ya que una de las características del mal llamado ‘movimiento barra brava’ es la de ubicarse en las tribunas populares, donde no hay asientos.
Especialistas en el tema dicen que: “suelen tener su origen en parte de la juventud urbana que busca la pertenencia a un grupo con el que sentirse identificado (mismo esquema documentado en el que surgen las pandillas juveniles). Si bien existe una amplia variedad, las barras bravas tienden a presentar ciertos rasgos comunes: exaltación de la fuerza, sentido del honor asociado con la capacidad de pelear y necesidad de reafirmación. Tradicionalmente, se ha asociado a estos grupos con jóvenes urbanos marginales acostumbrados al consumo de alcohol y drogas”.
En Chile, la existencia de barras modificaron el deporte como entretenimiento para mal, su existencia alejó a los reales aficionados de los eventos presenciales, obligando al estado a crear leyes para detener el vandalismo, así, 1994 se promulgó la ley 19.327, conocida como Ley de Violencia en los Estadios y en 2011 se comenzó a aplicar el plan Estadio Seguro que, entre otras cosas, prohibió el tradicional bombo de las barras (el bombo es la señal de jerarquía y poder, la tienen los líderes para dar órdenes a loas demás barristas).
Su antecedente inmediato serían son los hooligans ingleses que protagonizaron hechos violentos en los estadios británicos y europeos en los 80’s.
La demagogia en busca de agua para su molino
Cierro estos apuntes básicos dirigiéndome a aquellos que buscan llevar agua a su molino cacareando la frase político-ramplona de que ‘todo es culpa de la descomposición del tejido social’ sin ponerse a pensar siquiera que hay nuevos fenómenos sociales que surgieron tras crecer la falta de oportunidades y desigualdad lo que llevó al aumento de adicciones, de violaciones, crímenes, feminicidios y violencia, todo derivado de esa insatisfacción y desconfianza que se generó, a través de décadas, con la mala aplicación de las políticas públicas, por ello, culpables ustedes, responsables todos.
Según datos oficiales dados a conocer por el propio gobernador de Querétaro, la jornada violenta dejó 26 personas que requirieron atención hospitalaria, 23 hombres y dos mujeres, de esos 25, tres fueron dados de alta; de los 22 aún hospitalizados tres se encuentren graves; nueve, delicados. Los 10 restantes sin gravedad. Ningún fallecimiento.
Aunque el último dato queda en entredicho.
También en tela de juicio quedan las casi nulas medidas tomadas, hasta el momento, por la Liga Mexicana de Futbol y la Federación Mexicana de Futbol.
Lo sucedido el pasado sábado 5 de marzo de 2022 queda grabado como un capítulo negro en la historia social y deportiva de México pero también es el llamado de alerta para detenerlo. Exijamos para que no se repita pues la vida no es un balón para rodar con sangre. Punto, hasta aquí.