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Utah, Estados Unidos- “¿Cómo un niño de 12 años que fue amado ferozmente por todos piensa que la vida es tan difícil que necesita salir de ella?..”
Drayke Hardman vivía en el condado de Tooele, Utah, Estados Unidos, era estudiante, le gustaba el basquetbol e iba a ser “la estrella más bajita de la NBA”, pero el pequeño se quitó la vida tras de sufrir acoso escolar durante un año.
El pasado 9 de febrero Drayke no asistió a su práctica de baloncesto, sus hermanas lo encontraron en estado crítico tras intentar ahorcarse con una prenda de vestir. Fue trasladado a un hospital donde falleció al día siguiente.
La historia de Drayke fue narrada por sus padres, Andy y Samie Hardman, con impactantes fotografías de sus últimas horas en el hospital, inconsciente en una cama, rodeado de su familia, “este es el resultado del bullying, mi lindo hijo estaba peleando una batalla de la que ni siquiera yo podía salvarlo. Es real, es silencioso y no hay absolutamente nada que puedas hacer como padre para detener este profundo dolor. No hay señales, solo palabras hirientes de otros que finalmente se robaron a nuestro Drayke de este lugar cruel”.
Aunque los especialistas subrayan que el suicidio es siempre multicausal, el bullying de un compañero de clase fue una de las causas para tomar la fatal determinación.
Los desconsolados padres aseguran que ya habían hablado con las autoridades de la escuela sobre el problema ya que, “regresó a casa con un ojo morado y le confesó a su hermana que la lesión se produjo durante un altercado físico con un compañero ” .
La madre describe a su hijo menor como un chico que tenía “una luz que iluminaba”, “una personalidad ingeniosa” y unos “ojos de color azul bebé que conquistaron al mundo”.
“Ahora serás para siempre el protector de tus hermanas mayores. No estoy segura de cómo navegar esta vida sin ti. Supuestamente, yo iba a pasar el resto de mi vida contigo y, en lugar de eso, serás tú quien ha pasado el resto de la suya conmigo”.
Agregando, “mi corazón está destrozado, no sé cómo arreglarlo, o si alguna vez lo haré, pero pasaré cada minuto enseñando bondad en memoria de mi amigo favorito”.
Investigaciones revelan que Drayke era maltratado física y verbalmente por su agresor, pero lo ocultaba a sus padres.
El padre del niño, Andrew Hardman, es directo, “en el fondo hay algo roto que este niño le quitó a mi hijo, y tiene que venir de alguna parte porque, como dijo Samie, los niños no se enojan por naturaleza. Entonces, para él tener que atacar a mi hijo para ganar confianza significa que le faltaba algo. Entonces, en cierto sentido, este acosador también fue una víctima, y ahí es donde debemos encontrar la solución: enseñar a nuestros hijos que el mundo está roto, pero que ellos son la generación que lo va a arreglar”.
Tras lo sucedido, los padres promovieron un hashtag en las redes sociales: #doitfordrayke (hazlo por Drayke), para alentar a las personas a ser siempre generosas y que compartían la historia para que se tome conciencia de las consecuencias del acoso escolar.
La psicopedagoga y fundadora de ‘Libres de bullying ’, María Zysman, considera que la historia de Drayke puso sobre la mesa de la forma más cruda una temática que continúa siendo tabú: el suicidio de niñas y niños. Se trata de una problemática que los especialistas en salud mental vienen observando con preocupación desde hace tiempo, y que se agudizó durante la pandemia de la Covid-19. Las consultas que reciben por casos de depresión o intentos de suicidio en chicas, chicos y adolescentes, son cada vez más frecuentes, “desde mi experiencia, muchas veces se piensa que un suicidio de un niño no puede ser posible, pero están creciendo de forma alarmante. Hay cantidad de causas. El bullying puede ser un precipitador, como otros, para hacer que algo estaba latente. Hay que tener cuidado cuando se comunican estos casos”.