Laura Lucía Romero Mireles / Gaceta UNAM
El conflicto entre Rusia y Ucrania no devendría en una guerra mundial; de ocurrir, sería un enfrentamiento armado regional, cruento y corto que, sin embargo, desbalancearía el sistema financiero y económico internacional. Por ahora no está en el horizonte una pugna extensa, sino una intervención precisa que tendría fuertes consecuencias a escala global, las cuales ya comienzan a sentirse, coincidieron académicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS).
Para José Luis Valdés Ugalde, de ocurrir la invasión rusa en territorio ucraniano se registraría un combate regional de máxima intensidad, pero no de máxima duración.
Carlos Ballesteros Pérez cree que estamos ante un momento delicado en la relación entre Rusia, Europa, Estados Unidos e, incluso, China, en el cual el presidente Vladimir Putin está poniendo en riesgo a su país en la parte económica; muestra de ello es que el rublo se ha devaluado fuertemente en las últimas semanas y la bolsa de valores rusa está en condiciones críticas, por lo que el mandatario deberá considerar, forzosamente, la amenaza de acciones contundentes en ese ámbito. En este momento a nadie le conviene un conflicto mayor; la inquietud en los mercados es fuerte y se complica la recuperación en el contexto de la pandemia. Es un juego en el que todos pierden.
En la conferencia de prensa a distancia “¿Qué está pasando entre Rusia y Ucrania?”, Imelda Ibáñez Guzmán opinó que, por la tradición de negociación diplomática rusa, no estaríamos en la antesala de una intervención en territorio ucraniano, y menos aún, de una conflagración mundial.
Al continuar con su exposición, Valdés Ugalde consideró que el conflicto no es sólo entre dos naciones, sino entre Rusia y Occidente. “Es un nuevo momento en la reconfiguración de la geopolítica mundial, pero particularmente europea y euroatlántica”.
Recordó que Putin ha cometido los máximos excesos conocidos desde Stalin en lo que se refiere a la política interna y externa, desde la violación de los derechos humanos de la población rusa y actos de represión contra la disidencia, hasta el acoso a Ucrania, “quizá el movimiento militar más audaz desde la invasión de Polonia por parte de Hitler”.
No se sabe si esto va a terminar en una guerra o no. El despliegue de más de cien mil efectivos militares y armamento en la frontera entre ambos países, “más que el preludio de una invasión me parece que tiene el propósito de inhibir las intenciones de Ucrania y la Organización del Tratado del Atlántico Norte de asociarse”.
Claramente, el Kremlin desea impedir que su antiguo territorio sea tomado por Occidente y para ello está dispuesto a todo, incluida la confrontación militar, escenario que es aún de “pronóstico reservado”. También falta por ver la posición de China, resentida por aspectos de su guerra comercial con Estados Unidos. “El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas deberá discutir esto antes de que haya una invasión”.
Respuesta táctica
Carlos Ballesteros Pérez añadió que el conflicto armado entre esas naciones está planteado, y de ocurrir tendría consecuencias terribles en el esquema regional euroasiático y de los equilibrios geopolíticos globales, que hoy están en manos de una sola persona: Vladimir Putin.
La coyuntura es delicada, abundó. En Rusia se percibe al gobierno de Joe Biden como débil, ante el cual es posible desarrollar una ofensiva que favorezca las posiciones en razón de su propio interés nacional; además, se observa que Europa está dividida, los intereses británicos, franceses o alemanes son distintos, y Putin decide así iniciar esta ofensiva y resituarse en el escenario geopolítico actual.
Finalmente, Imelda Ibáñez dijo que en 2021 la Federación Rusa presentó una nueva estrategia de seguridad nacional que responde a principios, incluso históricos, y envió el mensaje a países occidentales y el gobierno estadunidense de que proyectará el interés que tiene en la defensa de su posición, tanto en la política mundial como en las relaciones internacionales.
La experta en historia diplomática de esa nación y su política exterior opinó que hay una retórica de guerra desde Occidente y el gobierno de Putin está respondiendo de manera táctica, sin buscar ningún objetivo especial con una supuesta invasión o amenaza.