Carlos Urquidi G. / esucesos / editorial
Chihuahua, Chih.- La frase “cambiar oro por espejitos” convertida en nuestros tiempos en refrán o máxima, aplica perfectamente en el hartamente conocido ‘Caso Aras’, donde se usó usó el lujo y la ostentosidad como estrategia para infundir confianza a sus posibles clientes.
La frase, también aplicable como metáfora, embona al poner de manifiesto la ingenuidad y buena fe, con cierto aderezo de torpeza, de los inversores, quienes deslumbrados por el ostentoso estilo de vida de los llamados ‘asesores Aras’ cambiaron lo poco o mucho por una ilusión, por una irrealidad.
Legalmente, la situación tiene muchas aristas legales, pero lo que es claro es que la empresa pecó de mala fe y lo hizo con dolo, que también es delito, como se cita en el artículo 9 del Código Penal Federal, es decir, “la comprensión de lo injusto (incorrecto/ilegal) de la acción y el deseo de realizarla”.
La frase inicial viene del hecho, real o leyenda, sobre la llegada de los españoles a América en la en búsqueda de ‘El Dorado ’, ofreciendo a los pueblos originarios simples espejitos, a cambio del valioso oro.
La historia pone a los pobladores de América como ingenuos o hasta tontos, pero la realidad es otra, es un simple trueque, ellos tenían oro de sobra y querían un espejito, así ARAS y sus inversores, solo que aquí la diferencia abismal estriba en que a muchos no les sobraba el ‘oro’ sino que eran sus ahorros y es válido desear acrecentarlos.
Lo mezquino en el caso fue el fraude premeditado y armado por ARAS Business Group, la supuesta consultora en colocación de capital de mayor crecimiento en la República Mexicana, nacida de la noche a la mañana con una ostentosidad que debió ser el primer signo de alerta más allá de que antes de invertir se debió investigar si estaban regulados y/o registrados por ley, pero dejando todo eso y retomando la idea principal, el lujo de su imagen, fue el primer gancho.
Desde la exclusiva Torre Corporativa Azenzo ARAS se irguió como el monstruo vendedor de espejitos. El fraude piramidal a gran escala más planeado de la actualidad.
Su lanzamiento en Chihuahua fue igual de fabuloso: dos concierto con tres artistas reconocidos, sillas acolchonadas, áreas vip, espectáculo de drones luminosos y globos aerostáticos, todo, gratis.
La luz (de los drones en el cielo de Chihuahua) en busca de atraer mariposas.
Y esa luz fue la estrategia desde abajo de la pirámide: los asesores, gente joven, de pulcra imagen social que en un abrir y cerrar de ojos cambiaron su estilo de vida clase media/baja a la de ‘nuevos ricos fruto de su talento y esfuerzo’.
Así de simple: los asesores que fueron la mano de obra para atraer inversionistas, reaparecieron en su círculo con ropa cara y nueva casa en fraccionamiento exclusivo, claro, los integrantes de su anterior círculo de vida eran la presa a buscar.
Varios de los inversionistas, hoy defraudados, cuentan de casos de una pareja joven que pasó de vivir en colonia popular a vivir en La Cantera, ella con nuevo BMW y él con troca mamalona del año, uno más, reenviado a Chihuahua exprofeso desde la CDMX eligió vivir en El Campanario.
Con una vida social activa, aparecían en los antros, negocios o áreas más exclusivas y lujosas de la ciudad pregonando el éxito obtenido y claro, enganchado gente, “éntrale, invierte, yo te digo cómo, es una oportunidad única”.
La estrategia fue usada en todo México dejando una estela de defraudados de punta a punta del país, con documentos que avalan que el CEO de ARAS Business Group, Armado Gutiérrez Rosas, ya había vendido los activos de la empresa desde el pasado abril y su reguero de mala fe será investigada por la Secretaría de Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria, informó el presidente Andrés Manuel López Obrador el viernes 10 de diciembre.
La historia es conocida y se ha repetido en todos los niveles, ahora, es evitar que vuelva a suceder. Punto, hasta aquí.