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Canadá- El pasado 27 de mayo fueron localizados los restos de 215 niños indígenas en el antiguo internado de Kamloops (provincia de Columbia Británica), sitio que fue gestionado por una congregación católica y, el 24 de junio el jefe de la reserva Cowessess, Cadmus Delorme, informó del descubrimiento de 751 tumbas sin marcar en terrenos del otrora internado Marieval (provincia de Saskatchewan), “no es una fosa común; son tumbas sin nombre”. 

Y este miércoles, el grupo indígena Banda del Bajo Kootenay informó de hallazgo de los restos de 182 personas en el sitio de otra antigua escuela canadiense de asimilación forzada, “en la búsqueda en el terreno realizada por la comunidad de Aqam, los hallazgos revelaron 182 restos humanos en tumbas sin identificar”.

Los nuevos restos fueron localizados en la antigua escuela St. Eugene’s Mission School en Cranbrook, Columbia Británica, que fue gestionada por la Iglesia católica romana entre 1912 y la década de 1970.

Con este descubrimiento, el tercero en su tipo en menos de cinco semanas, se eleva a 1100 el número de cuerpos de niños encontrados.

Kamloops y Marieval integraron una red de 139 internados para menores indígenas que operó entre 1883 y 1996. Unos 150.000 niños fueron obligados a vivir en estos centros financiados por el Ggbierno federal y administrados por grupos religiosos (más del 70% por católicos). La negligencia, los castigos físicos, la violencia sexual y el racismo fueron comunes en ellos. 

En 2015, una comisión catalogó lo ocurrido en estas instituciones como un “genocidio cultural”,  estableciendo en 2019 que al menos 4134 menores fallecieron en estos centros, aunque otros expertos calculan que la cifra supera los 6000.

Las protestas pasaron del papel y la voz a la acción, varias iglesias han sido quemadas de forma intencional tras confirmarse el encuentro de los cuerpos de niños indígenas, también, miles de personas iniciaron las protestas que exigen el fin de la religión católica en dicho país y están invitando a la población a que dejen de visitar y darle relevancia a los sacerdotes católicos, además, fueron derribadas las estatuas de las reinas Victoria e Isabel II. 

Los nuevos hallazgos opacan la celebración del ‘Día de Canadá’ y el primer ministro Justin Trudeau dijo que en lugar de fuegos artificiales y burbujas este año debería ser una oportunidad para reflexionar sobre la difícil situación de las Primeras Naciones en este país, “muchos canadienses reflexionarán sobre la reconciliación, sobre nuestra relación con los pueblos indígenas, cómo ha evolucionado y cómo debe seguir evolucionando rápidamente. Creo que el Día de Canadá será un momento para reflexionar sobre lo que hemos logrado como país, pero también sobre lo que tenemos que hacer”.

Antes, Trudeau llamó a la ciudadanía a reconocer y analizar su pasado y presente “racista”, luego de que la Federación de Naciones Indígenas Soberanas de Saskatchewan halló las 751 tumbas anónimas, “ningún niño ni familia deben ser separados de sus comunidades ni despojados del idioma, cultura e identidad. Nadie debe ser sometido a soledad, abusos, miedo, para no volver a ver a sus seres queridos. A nadie se le debió robar la risa y la alegría, el juego ni el orgullo de crecer en comunidad”.

La Federación de Naciones Indígenas (FSIN), calificó los hallazgos como algo “espantoso e impactante”.

El jefe de la FSIN, Bobby Cameron, dijo que el hallazgo —el mayor de este tipo en Canadá— es apenas el comienzo de las búsquedas en los antiguos internados de Saskatchewan, “miles de familias en nuestros territorios han estado esperando que sus hijos vuelvan a casa”.

El jefe de la Asamblea de Primeras Naciones de Canadá, Perry Bellegard, escribió en Twitter que, “lo he dicho antes, y lo diré nuevamente: este es el comienzo de estos descubrimientos. Pido a todos los canadienses que se unan a las Primeras Naciones para exigir justicia”. 

Los hallazgos en Kamloops y Marieval desencadenaron una ola de reacciones para que el gobierno federal brinde toda la ayuda posible para encontrar, identificar y conmemorar a los menores desaparecidos, una de las recomendaciones hechas por la comisión en 2015. 

Asimismo, las peticiones hacia la Iglesia católica no dejan de aumentar, exigiendo al Papa se disculpe por lo ocurrido en los internados, que la Santa Sede cubra las deudas pendientes en materia de indemnizaciones y abra archivos para apoyar en las pesquisas.

A finales del siglo XIX se estableció una red de internados de reclusión indígena, administrados por el gobierno y operados en su mayoría por la Iglesia católica, fueron parte de una política que ha sido calificada de “genocidio cultural”, por la cual muchos niños de los pueblos originarios eran separados forzosamente de sus familias y comunidades, y recluidos en esos centros, para asimilarlos a la cultura dominante. Allí no se les permitía hablar en su idioma ni seguir ninguna de sus costumbres ancestrales. Algunas de esas instituciones se convirtieron en escuelas en la segunda mitad del siglo XX, y muchas, como la de Marieval, recién cerraron en la década de 1990.

Unos 150.000 niños indígenas pasaron por esos internados, donde sufrieron todo tipo de abusos, según pudo determinar la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, creada en 2008 para documentar las consecuencias de esa política estatal. Su trabajo también concluyó que unos 4000 niños no fueron vistos de nuevo por sus familias, aunque representantes de pueblos indígenas afirman que el número es bastante mayor.

El ‘Proyecto Niños Perdidos’ ha identificado hasta el momento más de 4100 menores fallecidos durante su estancia en los internados y muchos de ellos fueron sepultados en los propios recintos escolares.

Fotografías: agencias

Por admin

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