Chihuahua, Chih.- Haber perdido a su esposo a causa de la pandemia y tener que enfrentar la crisis, no son ni serán obstáculo para que este Día de la Candelaria, la señora María del Socorro Bolaños rompa con la tradición de seguir vendiendo tamales y burritos al personal universitario. A ella todos le dicen de cariño, “Doña Soco”.
Precisamente para este próximo 2 de febrero estará cumpliendo 22 años ininterrumpidos de ofrecer al personal de la Universidad la venta de tamales para celebrar esta tradición mexicana. Por sus ojos ha visto pasar por la puerta principal de la Rectoría a cuatro rectores, cinco gobernadores y un sin número de directores, maestros y alumnos, quienes regresan a solicitar de sus servicios.
Doña Soco recordó que la idea de vender alimentos en la UACH surgió a raíz de una propuesta de su sobrina que en aquel entonces era empleada de la Facultad de Medicina, la cual le solicitó dos días antes de la Candelaria le hizo un pedido de tamales para el personal administrativo; dicen que fue tan agradable el aroma y sabor que la petición se extendió hasta las oficinas centrales de la Universidad y así continúa hasta las fecha.
En tiempos normales a doña Soco era muy común observarla en diversas facultades y últimamente en el edificio de la UACH, vendiendo sus burritos.
A cientos de universitarios les ha tocado la fortuna de ser testigos de su emprendimiento, “pásele joven, tengo burritos de chile verde, rojo, asado, relleno, bistec, chicharrón prensado y frijoles con queso”.
Hoy en día, doña Socorro, a sus 62 años, intenta superar la partida de su esposo Don Elco Contreras, sin embargo, el apoyo de sus tres hijos -Angélica, Elda y Salvador- y nueve nietos, le dan las energías necesarias para deleitar el paladar de los trabajadores universitarios, aunque sea por entregas a domicilios.
“En lo personal tengo dos anécdotas que nunca se me van a olvidar y que me pasaron en la UACH; la primera de ellas, fue cuando el entonces Rector José Luis Franco, me hizo en dos ocasiones el pedido de mil tamales que fueron enviados al personal del sindicato, el segundo recuerdo se me viene a la mente, cuando en una ocasión de manera accidental fui víctima colateral de un ataque con huevos durante los festejos de una novatada, toda esa mañana me la pase vendiendo burros con la ropa oliendo a blanquillos”, recordó doña Soco.