Karina Canseco / Francisco Medina / UNAM GLOBAL
México- No existe propiamente una prueba de laboratorio para diagnosticar el síndrome Post COVID e incluso se le ha equiparado con el Síndrome Post Terapia Intensiva
A un año del inicio de la pandemia las consecuencias de la enfermedad a mediano y largo plazo impactan en la salud de quienes la han padecido y en los sistemas de salud pública del país.
El efecto que el virus (SARS-CoV-2) ha dejado en los sistemas de salud mexicanos es que tuvieron que reconvertirse para atender la emergencia sanitaria, pero dejaron de lado la atención y el control de enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, los problemas cardiovasculares o hepáticos y la vacunación.
Otro de los daños que la pandemia ha causado es el Síndrome Post COVID, padecimiento que tiene una repercusión orgánica, que puede durar meses y que afecta a entre un 10 al 60 por ciento de los pacientes recuperados, más grave en aquellos que tuvieron un alto grado de COVID-19, pero que también está presente en los que cursaron la enfermedad sin agravarse e incluso en los que no presentaron síntomas (casos asintomáticos), advirtió el doctor Alejandro Macías, de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus de la UNAM.
Las secuelas más comunes del Síndrome Post COVID son: fatiga, dolor “más que muscular en las articulaciones”, disnea o falta de aire, tos persistente y molesta “que no es grave pero que tampoco se alcanza a curar”, obnubilación o estado mental de distracción, depresión, perdida del olfato, del gusto en mayor o menor grado o disgeusia un trastorno del gusto que provoca un cambio en el sabor; insomnio pero también somnolencia que se pueden englobar en “sueño no reparador”, explicó el especialista.
No existe propiamente una prueba de laboratorio para diagnosticar el síndrome e incluso se le ha equiparado con el Síndrome Post Terapia Intensiva —pacientes con estadías largas en hospital, entubados, con traqueotomías o conectados a una máquina que hace las funciones del corazón, los pulmones y bombea sangre—, que al salir necesitan varios meses de recuperación y que a veces difícilmente se pueden levantar de la cama.
¿Cuál es la causa?
No se sabe bien, pero está demostrado que en una alta proporción de los pacientes el virus (SARS-CoV-2) entra al sistema nervioso central (SNC) por el nervio olfatorio, y lo infecta causando problemas como la hipoxemia feliz —pacientes infectados con niveles de oxígeno en sangre extraordinariamente bajos que pueden realizar actividades como desplazarse y mantener conversaciones—.
“El virus puede entrar al sistema nervioso central y puede desencadenar una inflamación cerebral o inclusive espinal que el sistema puede interpretar como algo periférico, en los músculos, articulaciones o pulmones. Esa infección del SNC explica la hipoxemia feliz y también pudiera explicar el Síndrome Post COVID”, subrayó el infectólogo.
La importancia de un oxímetro
“Por eso hemos insistido en que la gente tenga un oxímetro en su casa, porque la gente que se pone grave frecuentemente no se da cuenta porque no siente que le falta el aire, puede tener una neumonía y sin embargo no siente que le está faltando el aire, el valor de oxigenación normal es generalmente arriba de 92, dependiendo de la altura sobre el nivel del mar”, refirió Macías Hernández.
“Más que al síndrome post terapia intensiva, el Síndrome Post COVID podría parecerse a lo que se conoce como el síndrome de fatiga crónica o fibromialgia, en donde la gente no se siente bien, todo le duele, pero no encontramos nada en laboratorio. Estudios recientes han revelado que en los casos de fibromialgia hay alteraciones en el sistema nervioso”.
El especialista insistió en que lo mejor es no enfermarnos, “en seguir apostando por la prevención, ahí viene la caballería que son las vacunas, pero tenemos que seguir batallando. Recordar el uso del cubrebocas, evitar las aglomeraciones, ventilar los espacios cerrados, mantener la sana distancia y tener un oxímetro en casa. Eso es lo que tenemos que seguir haciendo para no enfermarnos y no contribuir a la carga de la enfermedad a nivel personal y de la salud pública”, finalizó.