Carlos Urquidi G.

Chihuahua, Chih.- “Otra vez nos convocas como sucederá con frecuencia a evocar tu espíritu, lienzo expuesto al sol y a la lluvia más allá de las formas y los rostros con la esperanza de hallarte en lo profundo del sueño o en el sol del mediodía.
Te recordamos intacto en el asombro de haberte besado un día, al escuchar tu poesía nubes espesas como suspiros, ingrávidas al abrir las puertas del abismo.
Dejaste los bosques, el desierto como los encontraste, hábito fantástico del tiempo.
Sea tu cabello al viento Enrique, la felicidad de otra celebración que trascienda tu memoria, reluzca el rostro de tu hermana en la claridad que nunca te abandona.
Habrás de volver a las andadas, a enamorarte de nuevo de un suspiro y sacar poemas de las piedras, incendiándote de luz en el intento”…
Jueves 9 de octubre 2020, los amigos, los seguidores, la comunidad artístico/cultural, su familia, se volcaron a rendir homenaje al poeta, traductor y gestor cultural Enrique Servín, a un año de su muerte.
Qué mejor que iniciar la vigilia para Enrique que con palabras, ahí, en las afueras de la casa donde vivió y murió.
Una tarde-noche llena de palabras, de arte, de poesía, de danza de y para el “Guardián de las palabras”, pero al honrar su vida también se exigió el esclarecimiento de su asesinato, “justicia es una deuda pendiente con Enrique Servín. Hemos dicho que cuando tocan a uno, tocan a todos, invoquemos a la congruencia”, se escuchó en el centro histórico de la ciudad.
“Un año difícil para su familia, para sus amigos, un año que pensamos no pasaría, pero Enrique aquí está, está vivo”, dice su hermana ante el micrófono.
En la pared de su casa, del “jonuco” de todos ya se encuentra una placa que reza: Aquí vivió Enrique Alberto Servín Herrera, el guardián de las palabras.
Las puertas y ventanas tapizadas de flores, velas y poesía en papeles de colores fueron el marco para recordarlo, para honrarlo, estaban todos los que deberían de estar, los recuerdos se escuchaban en cada grupito, la memoria se hizo presente, todos/todas recordaron su paso por esta vida con anécdotas, chascarillos, frases, andares y andanzas con el autor del libro “Cuaderno de abalorios”.
Las palabras de sus hijos, duelen y calman, “él vivió sin miedo, él le dio la entrada a esa persona, el solo quería ayudar y estoy segura que él está en paz y perdona a esa persona”.
Durante el evento se reveló que la última novela inédita del defensor de las lenguas indígenas fue rescatada y se recabaron firmar para realizar la solicitud del cambio de la calle y que llevé el del homenajeado.
“Y esa noche, la última en la que te despediste sin saberlo para siempre, esa noche atravesaste como siempre en tu Tsuru la ciudad vacía como te gustaba y llegaste a la negrura de tu calle atravesada por un faro de luz que parecía un reflector siniestro en el escenario de tu vida, junto a la negrura que llenaba el resto de la calle, no volvimos a verte, solo te soñamos”, su amigo le recuerda ante el micrófono… Punto, hasta aquí.

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