“Soy una persona que día a día tengo que luchar carajo. A los productores… qué tiene de malo esto, cuando soy una profesional que lo da todo en el escenario. Esto (mis arrugas) son los putos y cabrones años, esto es de tanto sonreírle a la vida”Wanda Seux

Carlos Urquidi G.

Ciudad de México- Hoy, con la muerte de la vedette, Wanda Seux, convertida con el paso del tiempo en actriz y en figura mediática con el surgimiento de los programas de chismes de la farándula y de las redes sociales, se comienza a cerrar la época de los espectáculos de cabaret en México tan populares en el México de los años setentas. Tenía 72 años.
Juana Amanda Seux Ramírez, nacida en Paraguay, conocida como “La Bomba de Oro” o la “Barbie de las vedettes”, llegó a México en 1976 con una propuesta diferente, en espectáculos tipo Las Vegas, con llamativo vestuario confeccionado en Argentina por los modistos del Teatro Nacional, en el que debutó en 1973, haciéndose acompañar en sus primeros shows por algunas de las “Bluebell Girls” del Lido de París, además de incluir llanzadores de cuchillos y boleadores de fuego, para convertirse en la atracción de cabarets como El Capri, en el Hotel Regis, el Follies Bergère y el Marrakesh, en la Ciudad de México.
Saltó al cine mexicano en 1978 con “El arracadas” al lado de Vicente Fernández y luego a la comedia erótica o de ficheras tan popular en los setentas y ochentas y después a la televisión, en 1985, con “Salón de belleza”.
Los problemas de salud de Wanda Seux comenzaron en 2018 al sufrir un infarto cerebral, problema que se repetiría en agosto del 2019, pero esta vez, perdiendo la voz, y para octubre de ese mismo año, fue sometida a una gastrostomía, así, tras diversos infartos cerebrales, estos le dejaron secuelas que afectaron su destreza muscular y más problemas físicos, en noviembre de 2019. Tras recuperarse de otro infarto a principios de este año regresó a la Casa del Actor, donde pasó sus últimos días.
La vida y carrera de Seux, al lado de otras vedettes como Lyn May, Olga Breeskin, Princesa Yamal y Rossy Mendoza, quedó plasmada en el documental “Bellas de noche” (2016) de la cineasta María José Cuevas.
En aseguró que su motor para seguir en el espectáculo fue su madre, ya que ella quería que disfrutara de su dinero y fuera feliz. Su otro gran amor fueron sus perros, a quienes siempre procuró por encima del amor de cualquier hombre e incluso durante su lucha contra el cáncer de mama que la invadió de 2010 a 2012.
Su cuerpo es velado en la funeraria Gayosso Sullivan en la CDMX con acceso al público pero con las medidas sanitarias.
Durante sus últimos años se convirtió en una aliada de la comunidad LGTBTTIQ+ y en defensora de los animales. Punto, hasta aquí.

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