Carlos Urquidi G.
Fotografías: Alberto Torres
Chihuahua Chih.- “No somos doctores y la palabra cáncer significa para nosotros muerte”, su hablar es tranquilo y pausado, voltea al lado derecho esquivando la mirada mientras se acomoda su hermoso pelo negro.
Minutos antes posaba para la sesión de fotos, no muy lejos se escuchan las risas de sus hijos y sobrinos jugando en una alberca.
Ahora, sentada, en medio del jardín de la casa paterna donde vivió grandes momentos cuenta su historia, una historia que parte del momento cuando tras un chequeo rutinario se le detectó un quiste en el seno, había un problema en el ganglio centinela derecho, tras eso, “viví dos semanas de terror”.
Ella es Alejandra Palacios Orozco, una madre chihuahuense, con dos hijos pequeños, entusiasta, deportista, en plenitud, a la que la vida la enfrentó al cáncer llevándola a tomar una decisión increíble, “quiero estar aquí, quiero ver crecer a mis hijos, quiero vivir”.
En México, el cáncer de mama es la primera causa de muerte en mujeres, el promedio es de 10 decesos diarios. En las últimas dos décadas los casos han aumentado, según datos del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM.
La incidencia de casos en México es igual a la de Estados Unidos, con la diferencia de que aquí, la mortalidad es al doble, debido a que el diagnóstico llega tarde, en las etapas 3 o 4, cuando ya la efectividad de los tratamientos se limita.
La verdad tras un chequeo preventivo
El viacrucis de Alejandra inició con un chequeo de rutina, de prevención, “fui en agosto de 2018 a hacerme el chequeo de rutina, he tenido la precaución de hacérmelo cada año para no llevarme sorpresas, me hice todo el perfil y salí perfectamente bien”.
Tras terminar la revisión de exámenes, le comenta a su médico, “en noviembre voy a cumplir 40 años y quisiera hacerme mi primera mamografía”.
El doctor acepta y le recomienda realizárselo en octubre ya que por ser el mes contra el cáncer el costo es menor y así podrá realizarse el paquete completo que va desde la mamografía, la mastografía y sonografia de órganos vitalicios, “no lo dejé pasar y ahí mismo hice mi cita, ya en octubre cuando me están haciendo el estudio, me dicen, que algo anda mal”.
‘La Negra’, así la conocen sus amigos y así la llaman los familiares no tuvo ningún indicio de preocupación, pues un mes antes sus estudios previos no indicaron problema alguno.
El foco de alarma se prendió. La doctora decide mandar el estudio al médico de la paciente de forma inmediata
Al día siguiente la verdad es impactante: Alejandra, tienes cáncer de seno.
-¿Qué?
-Sí, tienes cáncer de seno.
La explicación del médico es aún más devastadora: En el nivel de cáncer de ‘La Negra’ no hay opción a biopsia, se tiene que extirpar un pedazo del seno derecho, tiene 28 calcificaciones, tiene el ganglio centinela muy inflamado y el nivel detectado es de 4B con 65 % de posibilidades, “cuando él dijo eso yo ya no lo escuchaba, estaba pensando en mis hijos, tengo dos hijos, uno de siete y el otro de cinco años, en ese entonces tenían seis y cuatro, pero mi angustia fue tan fuerte pues tengo dos primas con cáncer de mama, ahorita una de ellas está recibiendo tratamiento, le salió un nivel tres con una posibilidad de 25 %, entonces era un nivel muy por debajo de lo que el doctor me estaba diciendo que tenía yo”.
También se le vino a la mente la imagen de su prima, “yo estaba viviendo como se consumía, como bajaba de peso, como se le caía el cabello, su lucha constante”.
Su madre está a su lado y le da ánimos, “no te apures, Dios está con nosotros”.
“Yo le respondí que estaba tranquila, pero en realidad no, no lo estaba”.
Madre e hija salen del consultorio sin decir una sola palabra, nada, “cuando nos subimos a la camioneta nos vimos cara a cara, nos abrazamos y lloramos”.
Hoy, domingo 9 de junio, seis meses después, las lágrimas vuelven a recorrer el rostro de ‘La Negra’.
Sentada, tranquila, bellamente vestida y perfectamente maquillada continua con su historia de vida y el significado de ese abrazo que se dio con su madre, “actualmente, mi abuela materna está invadida de cáncer, tiene metástasis, pero su problema empezó en mamas, en el fondo nosotras teníamos el miedo del antecedente familiar”.
Viví dos semanas de terror
La carrera por la vida comenzó a marchas forzadas. Por ello recurre a su ginecólogo en quien tiene plena confianza, igual a una prima, doctora.
La prima recibe la copia de los resultados vía Whatsapp, la respuesta es inmediata: Hay un problema contigo, me arranco para Chihuahua (ella vive a menos de una hora de la ciudad) y te lo explico en persona.
Ella también le confirma que el nivel de probabilidad de cáncer es altísimo y que no hay opción de una biopsia, hay que quitarlo ya.
Cuando la prima se va, ahora sí, “lloré mucho, me puse en manos de Dios le hablé a mi doctor y no tenía cita hasta dentro de un mes”.
Por confianza y esperanza, ‘La Negra’ necesitaba que su doctor de siempre, su ginecólogo, revisara los exámenes.
La cita se consiguió para dentro de una semana y media después, “ya habían pasado tres días desde el diagnóstico inicial, más esa semana y media, entonces eran dos semanas de terror sicológico y una angustia, pues como no somos doctores, la palabra cáncer es un sinónimo de muerte”.
“Esa semana y media para mí fue muy dura, me levantaba a medianoche y besaba a mis hijos, de la recámara de uno me iba a la recámara del otro y los besaba y los besaba, luego besaba a mi esposo mientras dormía pues él siempre me decía que no me adelantara, que hablar de cáncer era hablar de palabras mayores, que no me torturara”.
La presión sicológica la lleva a buscar información, “empiezo a ver imágenes del proceso, del tratamiento y el mundo se me vino encima, creo que se me vino encima porque soy mamá de niños tan chiquitos, pensaba que ya tengo 40 años y que si me hubiera embarazado a los 20 mis hijos hoy ya serían grandes, tendrían 20 años y entenderían el riesgo que corro, ya entenderían si me muero”.
Las lágrimas vuelve a brotar y la voz se quiebra, “cómo les voy a explicar a dos bebés, uno en segundo de kínder y otro en primero de primaria, que su mamá se va a consumir, que se va a quedar sin cabello, no me preocupaba la parte estética, sino que ellos iban a impactarse con mi reflejo, con mi imagen”.
Faltaban dos días para la consulta, “de repente cerré la computadora y me dije, no más, cada persona y cada caso es diferente y no puedo estar basándome en la experiencia de los demás”.
Ya en la cita final, el doctor agarra sus estudios y se le apaga su sonrisa: hija, te tengo que hablar con la verdad, tienes un problema fuerte de cáncer, no te estoy diciendo que lo tienes, pero lo más seguro es que sí pues tu nivel es muy alto
“El voltea su monitor y me da la explicación que nadie me había dado”.
El nivel uno es un seno completamente sano, el dos es un seno con quistes hormonales que se quitan con tratamiento, tres son quistes que pueden ser benignos o malignos, en el 4 no hay opción a biopsia, se tiene que extirpar el pedazo aun y no teniendo cáncer, el cinco es cáncer y el seis invasión, “tú tienes un nivel 4B, tu porcentaje es muy alto”.
“Tienes un problema con el que hoy en día están luchando las mujeres, ahora en mayor cantidad y de menor edad”.
La pregunta de ‘La Negra’, es directa, “doctor y qué hay qué hacer”.
La respuesta también es directa: si yo fuera tu papá o tu esposo te agarraría de la mano ahorita y te llevo al quirófano.
La explicación técnica llega fría.
Al llegar casa le explica a su esposo, “siento que le cayó el veinte y me dice que fuéramos a la Iglesia de Santa María Reina, quiero hacer una oración”.
“Yo solo pude decir, Señor, estoy en tus manos”.
Al finalizar, el esposo la abraza diciendo, “señor, no quiero cambiar tus planes, solo quiero que me escuches, mis hijos pueden estar sin papá, pero sin mamá, no”.
Ese momento hace clic en la mente de ‘La Negra’, cambiando su actitud totalmente, de las lágrimas tenía que pasar a tomar una decisión. Ahí mismo llama a su doctor para informarle que estaba lista para la operación.
La decisión: mastectomía doble
“Doctor, estoy lista para cuando usted diga e independientemente de tener o no cáncer, que con el favor de Dios tengo seguridad de que no tendré, quiero extirparme los dos senos”.
-¿Qué?, pregunta el doctor
-Sí, no me voy a esperar, a mí me da mucho miedo el quirófano, si ya voy a entrar, voy a entrar por todo, quiero que me quite los dos senos, no quiero regresar en dos años porque ahora tengo el problema en el otro lado.
Tras la decisión de realizarse la mastectomía doble se le sugiere tomar un mes de tratamiento sicológico, “no, mi motor son mis hijos y estoy contra reloj”.
La mueve también el antecedente familiar.
-¿Importa la parte estética como mujer?
Al equipo médico requerido para una cirugía de tal magnitud se une un cirujano plástico cuya función sería colocar expansores (bolsas de aire) para evitar que la piel no se adhiera en caso de quimioterapias y poder restaurar después los senos.
La explicación médica le es dada y ella segura ordena, “si hay cáncer pones los expansores y si no hay, me restauras”.
“Si quedo fea o bonita, si quedo tipo espalda está bien, yo lo que quiero es estar con mis hijos, quiero verlos crecer”.
Antes de entrar a quirófano se le volvió a preguntar si deseaba cambiar de opinión y solo quitar el pedazo de seno con problemas.
“Como mujer-madre ya cumplieron su función (los senos) yo fui una mamá muy dedicada, a mis hijos no les di una gota de fórmula, los amamante a demanda y como mujer-esposa también, mi esposo siempre me dijo que yo era hermosa, que no se enamoró de mi por mis senos”.
Pero acepta que es un golpe duro, “es pensar en cuánto valemos como mujeres para superar algo así, el primer golpe es saber que tienes cáncer y el segundo es cuánto voy a valer como mujer, me faltará una parte, me van a mutilar”.
“Yo tuve la posibilidad, pero hay muchísimas mujeres que no tienen la posibilidad de la parte estética, que aunque no es lo importante, sino salir adelante”.
Cuando hay una cirugía estética se levanta músculo y se mete el implante sobre las mamas, yo tengo la caja torácica vacía, entonces había nada, así que eres perfecta, pues no, pero si soy hermosa, agrega entre risas.
¿Y tu esposo?.. Él siempre fue negado para la enfermedad y cuando tomé la decisión de operar, me preguntaba si estaba segura, él respondió que la estética no le importaba sino el hecho de tenerla.
Cuenta que esa noche lo escuchó sollozar, él no había asimilado la magnitud. Lo dejó desahogarse.
También está la parte económica, “para él también eran otras cosas porque ningún seguro cubre porque no hay enfermedad, era preventivo, entonces era un golpe económico muy fuerte, porque era un hospital privado, los mejores doctores y tenía la carga de apoyarme como pareja, en mi estado de mujer, como padre de familia y ahora ese golpe económico extra”.
Recibí muchas bendiciones por muchos lados, mis papás siempre estuvieron, mis suegros también.
Llegó el día
La operación se realiza el jueves 16 de noviembre de 2018. Dura nueve horas en quirófano.
‘La Negra’ Palacios se siente preparada para dar el paso, además de seguir pensando más allá, pocos saben de su enfermedad y menos saben de su decisión, así, antes de entrar a quirófano recurre a sus redes sociales para dar a conocer su situación, “si yo explico lo que me está pasando, yo que soy deportista, que estoy relativamente joven que disfruto de la vida, entonces le puede pasar a cualquiera o a alguien que no se cuida y si una persona, o dos o tres que me quieren, me ponen en oración, eso será el objetivo”.
La respuesta es enorme, no solo de su círculo, sino de otras personas que ni la conocen, “tuve tantísimas muestras de cariño y pensé que eso movería las manos de los doctores, me dio la paz y la tranquilidad y me dijo que estaba tomando la decisión correcta”.
Las redes son un medio masivo para decirle a alguien que no tuviera la fuerza para hacerlo, para prevenir, “si te estás tocando una bolita, ve al doctor”.
¿Qué te aportaron esos rostros detrás de una pantalla, esos rostros que no conoces?
-Me ha tocado perder seres queridos, gente que aprecias, entonces el muro de Facebook se llena de condolencias, de mensajes diciendo todo lo que lo querían y admiraban cuando esa persona ya no lo va a leer, yo sentí que me había muerto, mi muro se llenó de mensajes hasta de personas que no he visto o recordaba, uno no sabe cuánta gente te aprecia, la gente estaba hablando de fe, de unión, de desearme que saliera victoriosa.
El mensaje fue subido las redes a las 5 am y media hora después ya tenía que estar preparación para su cirugía.
A las seis de la mañana le harían la marcación en el seno para entra a quirófano a las 10 am.
Es una paciente que explica todo el proceso perfectamente: Sin anestesia, checan donde está el pedazo que van a quitar, luego la extirpación y después la parte estética, “en la marcación sí me desmayé”.
A hora señalada el oncólogo, ginecólogo, el anestesiólogo, las enfermeras y el cirujano estético, están listos.
Al verla feliz, el oncólogo comenta, “esta mujer trae la batalla ganada”.
Al salir le piden no mover tanto las manos y brazos, se niega: no, tengo que agradecer a la gente, aparte nunca pensé que pudiera mover a las mujeres.
Pero todo no fue miel sobre hojuelas, en la sala de recuperación, el primer shock es darse cuenta que no puede mover sus brazos, la enfermera le explica que es normal por el nivel de cirugía, le mal informan que será así por seis meses.
La presión sigue al no saber cómo salió, ¿hay cáncer o no?.. La enfermera se niega a informar, “me soba la pierna y con cara de lástima me dice que esa noticia no está autorizada para darla”.
Todo lo ve en su contra.
“Pensé que tenía cáncer, me solté a llorar pensando en cómo estaría a mi mamá”.
Otra enfermera le limpia las lágrimas, reconfortándola, “nombre muñeca ni te preocupes, Dios estuvo presente en tu cirugía”.
“Voy a entrar al cuarto con una sonrisa para que mi familia me vea feliz, yo quería darles ánimos a ellos en ese momento, quería decirle a mi mamá que estaba lista para recibir quimios pues aun pensaba que sí tenía cáncer”.
Su madre se abalanza hacia ella, la abraza sacándola de toda duda, “mi niña, volviste a nacer gracias a Dios, no tienes cáncer y la cirugía fue un éxito”.
‘La Negra’ se durmió como una hora.
Su tumor fue benigno. Se retiró el ganglio centinela derecho pues estaba demasiado inflamado y la posibilidad de que en un año más tuviera cáncer. La mastectomía doble se realizó.
La recuperación, un paso más
Una mujer que siempre ha hecho todo por sí sola es ahora dependiente de otros para bañarse, peinarse, comer o ir al baño.
“No quería quejarme, pero quería poner de mi parte”.
En plena cama de hospital hace una abdominal para convencer a las enfermeras de que puede comenzar a recuperarse, ellas se sorprenden.
Su mamá le hizo todo ese día, pero intenta comer sola y lo consigue.
Después de tres días, abandona el hospital caminando con un dren de cada lado. El invierno cala.
Sus hijos la reciben efusivos pero son contenidos por la familia, ellos no comprenden la situación, “no nos podemos abrazar fuerte, no los puedo cargar, tengo un coco”.
Mona, la hermana se hizo cargo de sus sobrinos a la par de sus dos hijos propios, mientras ‘La Negra’, recupera la movilidad.
“Mi mamá y mi hermana fueron mis enfermeras de cabecera y doy gracias a Dios que las tengo”.
La situación con los niños se soluciona al ver una parte del tamaño del ‘coco’ que tenía su mamá.
A los 10 días, en la siguiente consulta al coincidir con otra paciente se enfrenta a otras actitudes
Alejandra de pie, la otra mujer en silla de ruedas: ¿Cómo vas?
La respuesta es lacerante, “pues mal cómo voy a ir, qué dolor, qué fuerte, no estás enojada porque nos pasó esto, yo sí estoy muy enojada, porque no se invade de cáncer el que roba, el que viola, el que mata y se muere, porqué a nosotras. Yo estoy perdiendo mi puesto, no puedo atender a mis hijos. Estoy enojada con la vida, me quitaron un seno”.
“No supe qué responderle, sentí que estaba negada a la vida”, dice.
‘La Negra’ duró 10 días con los drenes y asegura, “el estrés es el principal alimento del cáncer”
A la salida la vuelve a ver a la otra paciente y ahora sí hubo contestación, “oye, la vida es una fiesta, sino bailas no te diviertes”.
“La vida mañana se acaba y crees que no te va a pasar, todos estamos expuestos a enfermedades y a sorpresas, creo que debemos enfrentar las cosas principalmente con felicidad, debes amarte”, asegura.
En su terapia de recuperación tuvo que tomar 15 camas hiperbáricas seguidas, de lunes a sábado para ayudar a la restauración interna, cicatrizar y matar células cancerígenas que se hubieran quedado, además de radioterapias.
Seis meses después…
Al escucharla hablar salta al oído el uso de términos médicos, “el miedo me movió a investigar”.
Ahora, alegre sonríe y confiada decreta, “con el favor de Dios, yo de cáncer de seno no me voy a morir, no existe ya dónde pueda estar”.
“Sí traigo dolor, porque no están a la perfección en la parte que se restauró, comencé a pensar que ya no estoy igual, no estoy al cien, ya no soy esa que fui y al verme en el espejo digo que soy hermosa y que me amo”.
Estos seis meses estuvo enfocada en su recuperación, “y a un agradecimiento por estar sana, pero hay un antes y un después y empiezas a valorar, a valorar la vida, la naturaleza, a tu familia, a la gente que te rodea y hasta eso que oímos ahorita, el canto de un pajarito. Nos falta vivir cosas para valorar lo que somos, lo que valemos, la amistad, el amor de familia, de pareja”.
También le habían dicho que no podía hacer algunos ejercicios y la semana pasada ya logró realizar algunos de ellos.
En una vuelta de tuerca la paciente le da paso a la mujer, “me vi en el espejo y me dije, que fea estoy, que vergüenza con mi esposo, me marcó y no le contesté”.
Y piensa que si ya tomó con valentía esa decisión, ahora es momento de aceptarse, una amiga sobreviviente de cáncer la confronta en sus dudas.
-Mira amiga, estoy monstruosa
-No, Negra, tú estás diferente, pero estás perfecta, yo no tuve esa oportunidad, yo sí estoy monstruosa, he batallado para aceptarme, pero me levanto a seguir.
Fue por su hijo a la escuela y un compañero le dice, ya llegó tu mamá, el hijo responde, “verdad que es hermosa”.
Tras medio año de recuperación vuelve a tomar una decisión más, “mañana lunes 10 de junio debo ver de nuevo a mi médico pues mis implantes se encarnaron, le diré que no quiero una nueva operación estética, le diré que no necesito una nueva cirugía, que ya me acepto, haré mucho ejercicio y me cuidaré. No habrá otra cirugía estética por ahora, debo estar al 100 emocionalmente”.
Hace unos días creyeron que sufría de vértigo, pero no, simplemente apenas su cuerpo se está ‘desestresando’ de todo lo que vivió, de todo a lo que se sometió.
Pero, “si yo no hubiera hecho lo que hice es un hecho 100 % seguro de que este año, 2019, yo tendría cáncer. Mi mejor decisión fue extirparme los dos senos”. Punto, hasta aquí.