Carlos Urquidi G.
Chihuahua, Chih.- La muerte en México no solo es dejar de vivir, de abandonar el cuerpo, no, tampoco es solamente mental, tanto así que su culto en México es una sana catarsis que la hace cobrar sentido con tejes y manejes desde tiempos prehispánicos, por ello la muerte en México es arte e inspiración
En el tzompantli prehispánico, en ese espacio para la muerte, en esa ofrenda mortuoria, en ese monumento que horrorizó a los españoles y por el cual tenían devoción los aztecas las calaveritas no eran de azúcar ni de chocolate, eran de hueso real un origen ya casi olvidado, adornado hoy en día con cempasúchil, velas y comida pero, aunque se intentara erradicar de la memoria colectiva tras la colonización, el tzompantli nos recuerda que era y son altares que homenajean a a los dioses, manteniendo así su lugar histórico en las culturas Mesoamericanas y de la actualidad.
Ahí viene ‘Pedro Páramo’, con ‘Cuentos de amor, locura y muerte’ que nos llevan a ‘La muerte de Artemio Cruz’, a ‘Una muerte sin fin’ junto a ‘Macario’ y una ‘Crónica de una muerte anunciada’ que no nos brinda ‘La tregua’…
‘Tzompantli: La muerte nos sienta bien’ nos invita a reflexionar sobre la vida y la muerte a través de una obra que fusiona la rica tradición de la culturas mesoamericanas con una visión contemporánea.
Inspirado en el Día de Muertos, Noel Ramírez explora la dualidad de la existencia, donde la vida y la muerte se entrelazan en un baile eterno.
Los tzompantli, estructuras que originalmente albergaban cráneos humanos, se transforman en un altar para la vida, donde cada pieza cuenta una historia de supervivencia y resistencia.
La diversidad de materiales y técnicas utilizadas por Ramírez –desde el bronce, símbolo de durabilidad y eternidad, hasta el yeso, frágil y efímero, pasando por el concreto, que aporta una solidez y textura única– simboliza la complejidad de la condición humana. El contraste entre la solidez del bronce y la fragilidad del yeso, junto con la robustez del concreto y la delicadeza de la resina y la pintura, refleja la dualidad de la vida: la fortaleza y la vulnerabilidad, la permanencia y la transitoriedad.
Al crear un diálogo íntimo entre el espectador y la obra, Ramírez busca evocar emociones y sensaciones que nos conecten con nuestra propia mortalidad. ‘Tzompantli: La muerte nos sienta bien’ es un homenaje a la vida, un recordatorio de que la muerte no es un fin, sino un comienzo, un llamado a vivir plenamente, a sentir profundamente y a encontrar la belleza en cada momento.
La exposición nos adentra a una doble cosmovisión, la de los antepasados y la actual, la del artista.
Por ello en México la muerte nos sienta bien a todos y al arte de Noel Ramírez le sienta perfectamente para regalar al espectador una colección impecable en su concepto, diseño y estructura, aparte del impresionante manejo del color. Punto, hasta aquí.
En datos:
Exposición: ‘Tzompantli: La muerte nos sienta bien’
Artista: Noel Ramírez
Sobre la exposición: escultura y pintura con más de cincuenta obras obras en diferentes formatos.
Exhibición: del 1 de noviembre al 1 de diciembre
Lugar: Centro de Desarrollo Cultural (Plaza de Armas, enseguida de edificio de la Presidencia Municipal)
Entrada Libre
Sobre el artista:
Noel Ramírez: escultor, pintor y dibujante, su obra muestra un innegable gusto por la figura humana y animal, así como el sentir por la vida y la muerte generando un diálogo entre espectador y obra, apelando a las emociones y sensaciones.
“Lo que hago lo hago para mi, hago lo que me gusta porque me gusta y a fin de cuentas eso es lo único que importa y llenar de emociones al espectador es mi objetivo, pero no puedo transmitir nada sino siento nada, entonces mi prioridad soy yo para de ahí poder transmitir y apelar a la emociones de los espectadores”.